No viajamos a Egipto para tacharlo de una lista, sino para sentirlo. Para perder la noción del tiempo dentro del Templo de Karnak, donde cada columna es un testigo milenario. Para emocionarnos en el barrio copto y entender que esta tierra no es solo faraónica, sino también cristiana e islámica. Para caminar por la necrópolis de Saqqara y comprender cómo los antiguos egipcios pensaban en la eternidad. Este no es un viaje cualquiera. Es una experiencia que cambia la manera en que miras el pasado… y el presente. ¿Vienes?